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lunes, 14 de abril de 2008

Alcázar

Cantar mientras oigo tu voz,
tus sugerencias.
Mirar mientras amaino tu cristal,
mis solventares.


Abrazar mientras pienso en ti,
nuestros coloquios.
Estremecer mientras sientes la distancia,
sus desgarros nítidos.


Iluminar delante de tus huellas,
vicios insospechados.
Enfrentar ciertos miedos,
compostura traviesa.


Como una elemental cascada de agua,
sus gotas de velo te empañan
y envuelven.
Se contrae tu piel,
ya no tan joven,
pero tierna.
El viento,
de nombre desconocido,
de origen anómalo,
sucumba al enfrentarte,
se detiene sin preguntas,
anhelos y suspiros murmura,
tímido.


Finalmente...
El cielo se altera,
transforma.
Se cambian hojas por canas,
y sustratos por viejos harapos.
Rojos,
intenso como son tus pensamientos.
Azules,
como la punta de tus dedos frágiles.


COMPRENDO

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