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martes, 20 de noviembre de 2007

PELANDO EL CABLE…

…Un rato e la tarde sin tener que hacer algo en particular, más que esperar respuestas de otros tipos que seguramente están en las mismas que yo, y así empieza la pérdida del tiempo, que, por lo demás, es el bien más preciado que tengo!

Y dentro de los temas que más me interesa desarrollar es el desplante comercial que alguien como yo podría ampliar dentro de mis cualidades, las que no son hartas, pero las pocas que tengo, por la cresta que bien desplegadas están!!!

Además, en un día como hoy, donde históricamente se registra la temperatura más alta desde hace 140 años (por sobre los 35°C), y quizás mañana se vuelva a batir, las cuatro paredes de mi oficina parecieran que se derriten como mantequilla, moviéndose como verdaderos acordeones en que su longitud de onda es cada vez es más dilatada. Incluso pareciera que el tiempo avanzase más lento, como si estuviera caminando en la Luna, como si mi pensamiento corriese más lento que la velocidad con que escribo, pero la lectura que hago sobre lo mismo que escribo, más lento aún…

Y milagrosamente llaman a mi puerta. Ni siquiera me espanto de que estoy invirtiendo mi tiempo en las frases que ahora organizo, y no en algo más productivo. Me consultan sobre cualquier cosa más importante que esto y mi respuesta, que la desconozco, pareció ser justo lo que necesitaba le respondieran a quien apresuró el término de mi tarde laboral por unos segundos.

Escucho sonidos de teléfonos por doquier. Dirigidos al gerente, a recepción, oigo la palabra “jefe” constantemente, el mío suena y a veces lo contesto. Recibo correos y o único que respondo es “muchas gracias”, parece que sólo son buenas noticias que se chutean para mañana. Ahora todo mi entorno pareciera ser una fiel réplica de la majestuosa obra de Dalí “los relojes derritiéndose”. Las esquinas de la creatividad comienzan a erosionarse y de esta forma, todo comienza a ser circular, como un plano confeccionado sólo de redondelas concéntricas, una al lado de la otra, comenzando por un punto en su centro, hasta el infinito. Ondas electromagnéticas.

Al parecer no parece ser justo que yo sea el único que reciba aire frío de un ventilador. Pero también soy el único que está en el segundo piso con vista al tejado del primero, y recibiendo directamente en mi cerebro el calor reflectante producto de la arquitectura que ya he descrito.


Y déjenme decirles una cosa: Compartir desde este rincón algunas de mis inquietudes, ganas de mejorar lo posiblemente inmejorable, compartir el día a día y sus obstáculos, es lo que me lleva a poner en marcha este cuaderno de anotaciones, este cajón de sastre con hilos de muchos colores...

Qué cosa más entretenida que pelar el cable con yo. Voy a sugerirlo para quienes aún no han pelado el cable conmigo.