Nuestro calentamiento

Se acuerdan de las preocupaciones que tenían nuestros antepasados? Imaginé que no…

La edad de La Tierra es como la de un recién nacido, de solo horas desde que sus pequeños pulmones recibieron aire. Ahora bien, supongan que este pequeño ser indefenso, que no conoce nada, que le queda toda una vida por delante, se encuentra en un sauna a 50º C, con niveles de dióxido de carbono altísimos y desde la ventanilla, por afuera, lo están mirando sus padres, hermanos, tíos…familiares. Sin hacer nada!!

Bueno, eso me imagino que debe sentir La Tierra, lo que ese pequeño ser no puede resistir.

No vengas más

Juntos de la mano empezamos a descender el monte. A esa hora del día las chispas de nieve, sumadas al viento, irritaban nuestras manos y cara. Apenas podía levantar los párpados para dar el paso siguiente.

“El hombre nunca sabe de lo que es capaz hasta que lo intenta”, me susurró al oído en busca de un abrazo, quizás de un beso.

Sólo la miré…el momento me fascinó। “A veces, unos puntos suspensivos a tiempo resultan más profundos que un verso archipensado”, repasé en mi mente más tarde.

Pasaron los minutos y elocuentemente le dije “El pesimista se queja del viento, el optimista espera que cambie y el realista ajusta las velas, apurémonos que en la casa nos esperan con una sopa caliente y una gran chimenea que nos quitará el frío”…